Un trazado en el tiempo y el espacio: Bomarzo.
BOMARZO
"Un trazado en el tiempo y el espacio"
Vamos a desandar un camino, en sentido inverso, desde lo más cercano a lo más lejano; aunque a veces las distancias del tiempo y el espacio se deshacen en los vericuetos de los sentidos profundos de los relatos.
Este trazado florece en una novela de Manuel Mujica Lainez, periodista y escritos argentino que construyó un relato que le obsesionó como propio, creyendo que él mismo era parte de una historia anterior que nos llevará hasta el renacimiento italiano, me refiero a “BOMARZO”, oigámoslo en sus propias palabras…
Pero el personaje que nos interesa no es Mujica ni Orsini, sino el mismísimo “Il Bosco Sacro” de BOMARZO
Y en el origen de Bomarzo, otro texto, más antiguo aún que las especulaciones de Mujica Lainez, la Hypnetoromachia Poliphilli…
Lo que más me impacta del Jardín de Bomarzo es que, a diferencia del arte renacentista clásico, este lugar no intenta ser perfecto ni armónico. Al contrario, está lleno de figuras extrañas, monstruos y esculturas que provocan más preguntas que respuestas. Siento que el jardín transmite una especie de caos emocional, como si su creador hubiera querido expresar algo íntimo o doloroso a través de estas formas tan poco comunes. Por eso entiendo por qué ha generado tanta fascinación, incluso en personas como Manuel Mujica, es un espacio que no encaja en ninguna norma y que invita a imaginar qué hay detrás de cada figura. Incluso cuando se menciona la Hypnerotomachia Poliphili, Bomarzo sigue destacando porque se siente más personal, más humano y más desconcertante, como si fuera un reflejo de algo profundo que no se puede explicar del todo.
ResponderEliminarAlgo llamativo de Bomarzo, es que es como entrar en un sueño (o pesadilla) renacentista.
ResponderEliminarMientras que en esa época todo el mundo buscaba la simetría y la belleza perfecta, aquí parece que se buscó todo lo contrario: el misterio, el miedo y la sorpresa. Me parece fascinante que un lugar pueda estar diseñado no solo para pasear, sino para desorientarte y provocarte cosas raras con esas figuras monstruosas.
Además, la conexión con la novela de Mujica Lainez le da otra capa de profundidad. Es loco pensar cómo un lugar físico puede inspirar una historia tan potente siglos después, como si las piedras mismas guardaran el drama de quien las mandó a construir. Al final, Bomarzo no es solo un jardín, es como un laberinto psicológico hecho piedra.