domingo, 19 de abril de 2015

Salida a Terreno MAVI, MNBA y MMDH 2015

SALIDA A TERRENO [SANTIAGO]
CARTOGRAFÍAS 
Y GENEALOGÍAS
DEL RETRATO

Algunas imágenes, videos y comentarios de la Salida a Terreno con los alumnos de la Escuela de Ingeniería Civil Industrial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Bitácora 2015.
Museo de Artes Visuales
[MAVI]


[VIDEO DE]
FOTOGRAFÍAS DE LA VISITA

VIDEOS VISITA
JUSTO PASTOR MELLADO




Colección Pedro Montes
Curatoría Justo Pastor Mellado


Museo Nacional de Bellas Artes
[MNBA]

[VIDEO DE]
FOTOGRAFÍAS DE LA VISITA

Retrato de José Olaya

MINISITIO DE LA EXPOSICIÓN


Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
[MMDH]

[VIDEO DE]
FOTOGRAFÍAS DE LA VISITA

VIDEOS

"LAS IMÁGENES
NO SON INOCENTES"

LA GEOMETRÍA DE LA CONCIENCIA






[TEXTO DE ADRIANA VALDÉS EN EL SITIO WEB DEL MUSEO DE LA MEMORIA Y LOS DERECHOS HUMANOS]

La obra de Alfredo Jaar, ubicada bajo la plaza frente al nuevo Museo de la Memoria, tiene varios rasgos que conviene destacar: Es una obra autónoma, que por su emplazamiento se vincula con el Museo y se entiende en relación con él: su contexto es el Museo. Ofrece una experiencia distinta y complementaria. No la historia ni los datos, sino la exploración abierta y compleja de pensamientos y sentimientos, a la manera de un poema.
Es una obra subterránea, opaca: el edificio transparente del Museo se despliega en el espacio, hacia lo ancho y hacia lo alto; la obra crea un espacio diferente, al que se debe bajar, y con eso sugiere otro tipo de recogimiento y otro tipo de experiencia, que se suma a la del museo y la potencia de manera distinta.
Es una obra que, contra la mirada distraída con la que se suele recorrer los museos, pide al espectador unos minutos de su tiempo para ofrecerle una experiencia multisensorial, que va a rodearlo, y que pueden vivir y apreciar todos, desde los niños hasta los adultos, desde los menos informados hasta los más informados.
Es una obra que se produce con la luz y la oscuridad: sensorialmente, y también en el conocimiento y el pensamiento. El espectador debe entrar a un espacio cerrado, quedarse unos minutos, ajustar su vista, y vivir corporalmente la intensificación y la desaparición de una intensa luz. Esta es una condensación, una metáfora, que evoca la presencia y la ausencia al mismo tiempo, y desencadena un conjunto de asociaciones y de pensamientos que varían según cada uno, pero se centran en el tema de la presencia, la desaparición y la memoria.
Las 500 siluetas, todas reconocibles e identificables, que aparecen y desaparecen en la obra, son las de chilenos y chilenas; una gran proporción de ellas corresponden a los detenidos desaparecidos, pero otras son de personas vivas. No crea una marginación de las víctimas. La obra trabaja con la pérdida sufrida por todos a causa de los crímenes cometidos durante la dictadura: todos, los desaparecidos y los que quedan. Se refiere a la pérdida para la vida del país, y se abre a la experiencia humana universal de la muerte, la desaparición, el recuerdo y la presencia.
La obra trabaja con siluetas y no con imágenes fotográficas, pues estas se encuentran en el Museo.
La luz proviene desde dentro de las siluetas. Es desde ellas, desde el conjunto que forman, de donde viene cualquier comprensión o interpretación posible; esto pone al espectador (y al artista, por qué no) como un deudor de la intensidad que crea la presencia evocada de esas personas.
Evocar a la vez la presencia de los muertos y la de los vivos sugiere el compromiso histórico actual que significa la memoria: es la construcción conjunta del futuro la que está pendiente, y no sólo el lamento del pasado.
La multiplicación infinita de las siluetas, y el modo cómo se acentúa y disminuye la luz que proviene de ellas e ilumina el espacio oscuro, crea a su vez una sensación de la inmensidad inconmensurable de la pérdida que significa la desaparición de las vidas humanas, tanto para las personas como para la colectividad.
En resumen: “Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido…” (frase robada al poeta Ernesto Cardenal). La obra trabaja la conciencia de inmensidad de la pérdida con la potencia de un poema. Los espectadores, cada uno a su manera, se enfrentan a sentirla y pensarla en todas las dimensiones que adquiere, no sólo en el dolor de los directamente afectados, sino en los efectos para la vida de toda la sociedad chilena. Geometría de la conciencia se pone en el contexto del deber ético, todavía en proceso, de asumir y procesar la pérdida producida por la violencia ejercida por la dictadura en nuestro país.